1 de septiembre de 2008
Así reza (con perdón) el artículo 27.4 de la Constitución Española.
No sé si se imaginarían nuestros Padres de la Constitución el negocio que, con el tiempo, iban a procurarse unos pocos. Quien lea entre líneas ya se habrá imaginado de quién hablo; quien no lo haga, habrá de esperar un poco, pero seguro que llega a ello. Ánimo.
Los últimos datos que he consultado (de la Federación de Usuarios y Consumidores Independiente) afirman que el gasto medio de las familias cántabras, para afrontar el curso de un hijo en un Instituto público, es de 540€. Todo un mundo que, a los que vivimos bien, nos queda muy lejos. Y digo esto cuando se me está cayendo la cara de vergüenza. Todo porque, para la mayoría de los padres, este dinero supone, restando los costos medios de las hipotecas, gastos habituales caseros, etc., casi (o sin "casi") dos meses de sueldo.
El gasto por hijo y curso suele venir endulzado por los cheques-libro que concede el Gobierno de Cantabria (el gasto de dinero público no duele tanto...). Pero hay una parte menos dulce y más amarga: no cubre la totalidad del gasto. De ahí que infiera, con la venia de sus Señorías, que la educación no es gratuita.
No sé si se imaginarían nuestros Padres de la Constitución el negocio que, con el tiempo, iban a procurarse unos pocos. Quien lea entre líneas ya se habrá imaginado de quién hablo; quien no lo haga, habrá de esperar un poco, pero seguro que llega a ello. Ánimo.
Los últimos datos que he consultado (de la Federación de Usuarios y Consumidores Independiente) afirman que el gasto medio de las familias cántabras, para afrontar el curso de un hijo en un Instituto público, es de 540€. Todo un mundo que, a los que vivimos bien, nos queda muy lejos. Y digo esto cuando se me está cayendo la cara de vergüenza. Todo porque, para la mayoría de los padres, este dinero supone, restando los costos medios de las hipotecas, gastos habituales caseros, etc., casi (o sin "casi") dos meses de sueldo.
El gasto por hijo y curso suele venir endulzado por los cheques-libro que concede el Gobierno de Cantabria (el gasto de dinero público no duele tanto...). Pero hay una parte menos dulce y más amarga: no cubre la totalidad del gasto. De ahí que infiera, con la venia de sus Señorías, que la educación no es gratuita.
Y llegados a este punto, he de aclarar que no pretendo un ataque (solamente) al Gobierno de Cantabria, sino a todos los responsables de que se siga tolerando este gasto. Entre ellos, la mayoría de los educadores. Aquí he de incluirme: yo el primero. Pero, cómo no, he de señalar (sí, con el índice y bien clarito) a las editoriales como principales responsables.
¿Para cuándo la elaboración de apuntes, que puedan darse fotocopiados, y el menor gasto en librería que, por lo general, suele dejar mucho que desear y más que ganar a las editoriales? Gracias a Dios, hay unos cuantos profesores que ya lo hacen. ¿Para cuándo una rebaja (necesaria) en un artículo de primera necesidad como es el manual de estudio y trabajo de un joven en su formación? ¿Para cuándo el acceso barato a la cultura en un libro? Sí, ya están las Bibliotecas públicas, que adquieren sus fondos pagados por todos los españoles (al igual que los cheques-libro), mientras las editoriales siguen robando a mano armada en cada uno de los volúmenes adquiridos. Y, de paso, unos pocos forrándose y llamando a su negocio labor social...
Aquí tenemos todos mucho que decir; aquí tenemos todos un reto enorme; aquí tenemos todos que tomar cartas en el asunto. Mientras sigamos así, la educación no será gratuita y sí un negocio redondo.
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